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Tiktaalik, un perfecto «eslabón perdido».

Casi a la altura de los viajes espaciales, es difícil imaginar un paso más atrevido o que cambie más la vida que dejar el agua para vivir en la tierra firme. Las dos áreas de vida son diferentes en tantos aspectos que trasladarse de la una a la otra requiere un cambio radical en casi todas las partes del cuerpo. Las branquias, que funcionan bien extrayendo oxígeno del agua, son inútiles en el aire, y los pulmones son igual de inútiles en el agua. Los métodos de propulsión rápidos y elegantes en el agua son peligrosamente torpes en tierra, y viceversa. No debe sorprender, por tanto, que los «eslabones perdidos» en esta región del registro fósil tengan un interés extraordinario.

Afortunadamente las etapas transicionales de nuestro éxodo, cuando los peces emergieron a la tierra firme, están documentadas maravillosamente en el registro fósil. Los eslabones que antaño faltaban ahora abundan y embellecen nuestros museos.

Para hablar de "peces" tenemos que recordar que los peces se definen por exclusión. Peces son todos los vertebrados excepto aquellos que se trasladaron a la tierra. Debido a que la evolución temprana de los vertebrados ocurrió en el agua, no debe sorprendernos que la mayoría de las ramas del árbol de los vertebrados que subsisten estén todavía en el mar. Nosotros surgimos de la categoría de los peces con aletas lobuladas, y ahora debemos prestar una atención especial a los sarcopterigios. Los sarcopterigios se han reducido hoy en día a los peces pulmonados y a los celacantos («reducido» como «peces» pero están poderosamente expandidos por la tierra: nosotros, los vertebrados terrestres, somos peces pulmonados aberrantes). Son peces con aletas lobuladas porque sus aletas son como patas, a diferencia de las aletas radiales de los peces habituales.

Celacanto
Los celacantos son parientes más cercanos a nosotros de lo que lo son la mayoría de los peces. Han cambiado un poco desde el tiempo de nuestro antepasado común, pero no lo suficiente como para haber salido de la categoría de los animales que, coloquialmente y para un pescador, serían clasificados como peces. Pero ellos, y los peces pulmonados, son definitivamente parientes nuestros más cercanos de lo que lo son la trucha, el salmón, el atún y la mayoría de los peces. Los celacantos y los peces pulmonados son ejemplos de fósiles vivientes. Sin embargo, nosotros no descendemos de los peces pulmonados, ni de los celacantos. Compartimos un antepasado común con los peces pulmonados que se parecía más a los peces pulmonados que a nosotros. Pero no se parecía mucho a ninguno de los dos. Para encontrarlos (a nuestros antepasados) debemos buscar en los fósiles reales de las rocas. Y en particular estamos interesados en fósiles del Devónico que capturen la transición entre peces acuáticos y los primeros vertebrados que vivieron sobre la tierra.

Eusthenopteron
Los fósiles que buscamos aparecen gota a gota a lo largo del Devónico tardío, el periodo inmediatamente anterior al Carbonífero: huellas tentadoras de «eslabones perdidos», animales que parecen conducir hacia el salto entre los peces lobulados, tan abundantes en los mares del Devónico, y los anfibios que más tarde se deslizaron por los pantanos del Carbonífero. En el lado del salto correspondiente a los peces está el Eusthenopteron fue descubierto en 1881 entre un grupo de fósiles en Canadá. Parece haber sido un pez cazador de superficie y probablemente nunca llegó a la tierra, a pesar de algunas reconstrucciones muy imaginativas. Sin embargo, sí tuvo ciertos parecidos anatómicos con los anfibios de cincuenta millones de años más tarde, incluidos los huesos del cráneo, los dientes y, sobre todo, las aletas. Aunque las utilizaba probablemente para nadar y no para andar, los huesos seguían el típico patrón de los tetrápodos (el nombre dado a todos los vertebrados terrestres). En las extremidades delanteras, un único húmero se unía a dos huesos, el radio y el cúbito, unidos a muchos huesos pequeños que en los tetrápodos se llaman carpos, metacarpos y dedos. Y la extremidad trasera muestra un patrón similar de tetrápodo.
Ichthyostega
Más tarde, cerca del lado del salto correspondiente a los anfibios, aunque unos veinte millones de años antes, en la frontera entre el Devónico y el Carbonífero, el descubrimiento en 1932, en Groenlandia, del Ichthyostega causó un gran entusiasmo. Por cierto, no hay que despistarse con la idea del frío y el hielo. En los días del Ichthyostega, Groenlandia estaba en el ecuador. El Ichthyostega fue reconstruido por primera vez en 1955 por el paleontólogo sueco Erik Jarvik, quien lo situó más cerca de los habitantes terrestres de lo que creen los expertos modernos. La reconstrucción más reciente, realizada por Per Ahlberg en la antigua Universidad de Jarvik, en Uppsala, sitúa al Ichthyostega mayoritariamente en el agua, aunque pudo hacer salidas ocasionales a tierra firme. Sin embargo, se parecía más a una salamandra gigante que a un pez y tenía la cabeza plana característica de los anfibios. A diferencia de todos los tetrápodos modernos, que tienen cinco dedos en pies y manos (al menos en el embrión, aunque puedan perderlos como adultos), el Ichthyostega tenía siete dedos en los pies.

Acanthostega
Otro descubrimiento emocionante, también de la Groenlandia tropical, y datado asimismo en la frontera entre el Devónico y el Carbonífero, fue el de Acanthostega. También tenía una cabeza plana, un cráneo de anfibio y extremidades parecidas a las de los tetrápodos. Tenía ocho dedos. Los científicos Jenny Clack y Michael Coates, de la Universidad de Cambridge —suyo es el mérito de que conozcamos todo esto—, creen que, al igual que el Ichthyostega, Acanthostega era principalmente acuático, pero tenía pulmones y sus extremidades sugieren con fuerza que podría sobrevivir sobre la tierra si tuviera que hacerlo. También se parecía mucho a una salamandra gigante.

Panderichthys
Si volvemos ahora hacia el lado de los peces en la división, Panderichthys, también del Devónico tardío, es un poco más parecido a los anfibios y menos a los peces que el Eusthenopteron. Pero si lo miramos con detenimiento, seguramente diríamos que es un pez más que una salamandra.


Nos queda, por tanto, un salto entre Panderichthys, el pez que parece un anfibio, y Acanthostega, el anfibio que parece un pez. ¿Dónde está el «eslabón perdido» entre ellos? Un equipo de científicos de la Universidad de Pennsylvania, entre los que estaban Neil Shubin y Edward Daeschler, encontró este tesoro zoológico en una zona rocosa de la época del Devónico tardío en el Ártico canadiense, lo llamaron Tiktaalik roseae, un nombre que vale la pena recordar.

Tiktaalik roseae

La mezcla, en el Tiktaalik roseae, de características de pez y tetrápodo condujo a sus descubridores a caracterizar a Tiktaalik como un "peztrápodo". Tiktaalik tenía principalmente las características de un pez, pero con las extremidades formando estructuras esqueléticas similares a un brazo, parecidas a las del cocodrilo, incluyendo hombro, codo y muñeca. Tenía los dientes afilados de un depredador, y su cuello podía moverse independientemente de su cuerpo, lo que no es posible en otros peces. El animal también tenía un cráneo plano como el de los actuales anfibios; los ojos en lo alto de la cabeza, sugiriendo que pasaba mucho tiempo mirando hacia lo alto; cuello y costillas como las de los tetrápodos, las cuáles le servían para soportar el cuerpo y ayudarle a respirar por los pulmones; un largo hocico capaz de cazar presas sobre tierra; y una abertura branquial que, en animales más evolucionados, se convertiría en oído. Sus descubridores opinaron que, con toda probabilidad, Tiktaalik flexionaba sus proto-extremidades en el lecho de los ríos principalmente y podría haberse empujado a sí mismo hacia la orilla por breves periodos. Estos especímenes alcanzaron un tamaño de 1.20 a 2.75 metros de longitud.


Tiktaalik roseae

Si fuésemos a encontrarnos con un Tiktaalik real y vivo, nariz con nariz, nos echaríamos para atrás como si nos hubiera amenazado un cocodrilo, porque es a eso a lo que se parece su cara. La cabeza de un cocodrilo en el tronco de una salamandra, unida a la parte final y cola de un pez. Tiktaalik es un perfecto eslabón perdido, perfecto porque casi divide exactamente la diferencia entre un pez y un anfibio, y perfecto porque ha dejado de estar perdido.

Comentarios

  1. Este es un excelente artículo. Junto a los artículos Evolución y Homología, y la evolución de los elefantes de Uganda forma una trilogía saludable, recomendable, entretenida y útil para cualquier persona con libertad de espíritu. Dejo unos comentarios breves con la intensión, tal vez, de contribuir con algo interesante.

    Dice el artículo:

    “En varios puntos de la historia evolutiva, individuos emprendedores de muchos grupos diferentes de animales abandonaron el agua, llegando algunas veces incluso hasta los desiertos más secos.”
    Dicho así, simplemente, la historia evolutiva aparece con el tinte de un fenómeno de resolución interna — de voluntad — de los animales que participan en el proceso. Se está diciendo que aquellos animales “emprendieron” la tarea de trasladarse a vivir fuera del agua. En realidad, probablemente, hubo muchas razones que obligaron a diferentes grupos, de diferentes animales, a adaptarse a otro medio ambiental. Si no fuese por esas razones externas… muy probablemente allí, en el agua, aún estarían viviendo. Precisamente, la letalidad de la presión evolutiva es la que regularmente hace a los antecesores comunes… fósiles extintos. Es decir, quienes no heredaron las características evolutivas que les permitían — aún por pequeño margen — sobrevivir en las nuevas condiciones, simplemente se extinguieron. La historia evolutiva no es una historia de la voluntad de caracteres emprendedores… es la historia del drama, de la lucha por la supervivencia.

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  2. Dice el artículo:

    "Para hablar de "peces" tenemos que recordar que los peces se definen por exclusión. Peces son todos los vertebrados excepto aquellos que se trasladaron a la tierra. Debido a que la evolución temprana de los vertebrados ocurrió en el agua, no debe sorprendernos que la mayoría de las ramas del árbol de los vertebrados que subsisten estén todavía en el mar."

    Me encantó esa definición de peces. Es una definición por exclusión nítida, directa y frontal — la tomas o la dejas. Siempre que tenga oportunidad la utilizaré y referiré este sitio donde la hallé. Me sorprendió el hecho — porque es una verdad más grande que una casa que no había notado — que debido a la evolución de los vertebrados en el agua… la mayoría de ellos aún están allí. No faltaba más.

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  3. Dice el artículo:

    nosotros, los vertebrados terrestres, somos peces pulmonados aberrantes

    “…somos peces pulmonados aberrantes.” Me gusta esa definición debido a su precisión irreductible. Por cierto que deberían hacérselo saber a Juan Luis Guerra quien — antes de ser santo y escogido de dios — decía que quería ser un pez. Y ya lo era… desde que nació.

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  4. Dice el artículo:

    "Tiktaalik es un perfecto eslabón perdido, perfecto porque casi divide exactamente la diferencia entre un pez y un anfibio, y perfecto porque ha dejado de estar perdido."

    Todo lo concerniente a la evolución del Tiktaalik en este artículo es brillante, entretenido, cautivador… e iluminante. Siempre vengo a este sitio con la certeza que aprenderé algo. Y siempre aprendo algo.

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  5. Observemos un pequeño detalle — el cual claramente no fue intencionalmente escrito — correspondiente, por norma, a una concepción general sobre evolución de la vida… que creo errada. Errada de principio. Veamos esta descripción del Tiktaalik:

    "El animal también tenía un cráneo plano como el de los actuales anfibios; los ojos en lo alto de la cabeza, sugiriendo que pasaba mucho tiempo mirando hacia lo alto; cuello y costillas como las de los tetrápodos, las cuáles le servían para soportar el cuerpo y ayudarle a respirar por los pulmones; un largo hocico capaz de cazar presas sobre tierra; y una abertura branquial que, en animales más evolucionados, se convertiría en oído."

    El detalle es cuando considera que la abertura branquial se convertiría en el oído… en animales más evolucionados. Existe la idea popular que considera a los animales en una escala de valores. En esa escala — que es tan vieja como la filosofía —, los más evolucionados son superiores. Esa es una escala homo céntrica en la cual el ser humano es la cúspide, lo máximo… el objetivo y finalidad de la evolución. Esa concepción es falsa. Tan falsa como la concepción de la creación o la de los dones divinos. Ningún organismo vivo es superior a otro: todos están mejor o peor adaptados a determinadas condiciones externas. Adaptados para sobrevivir y reproducirse en esas condiciones. Naturalmente, la aparición de determinadas características como, por ejemplo, el sistema nervioso favoreció la adaptación a una variedad más amplia de condiciones externas. Aún así, muy difícilmente esos organismos pueden ser considerados superiores… si bien son más evolucionados.

    Gracias Homo Atheus.

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