Cuando observamos la naturaleza en detalle, el orden y la armonía que tiene es impresionante. La manera en que los animales y las plantas existen adaptadas unas a otras y a su entorno, ha dado la impresión de que todo ha sido planeado de manera consciente. El asombro del hombre por las características impresionantes de la biodiversidad en el planeta unida a la incapacidad que tenía de explicarse de dónde había surgido todo ello, lo llevó a plantearse la idea de un diseñador o creador. No parecía haber una mejor respuesta, parecía lo más obvio, lo más razonable. Esto fue también lo que llevo al filósofo inglés del siglo XVIII William Paley a decir que si nos encontráramos un reloj en el suelo, sin duda reconoceríamos en él la obra de un relojero. De igual modo, la existencia de organismos bien adaptados, con sus complejas características, implica sin duda un diseñador celestial consciente: Dios . William Paley (izquierda). Charles Darwin (derecha) Pero Charles Darwin fue
«La vida es sólo un vistazo momentáneo de las maravillas de este asombroso universo. Es triste que tantos la estén malgastando soñando con fantasías espirituales» Carl Sagan.