Empiezo con esta serie de entradas en las que abordaré el tema de la existencia de Jesucristo. En vista de que es un tema bastante amplio, en esta entrada me voy a centrar sólo en dos puntos clave. En los que me parece que son los argumentos más comunes a favor de la existencia de Jesucristo. El primero es la Biblia como evidencia de la existencia de Jesucristo y el segundo es la existencia de evidencias tangibles de su paso por la historia.
Cristo crucificado. Pintado en 1632 por Diego Velasquez. |
Vale la pena empezar aclarando que decir Jesucristo y Jesús no es lo
mismo. Jesús es el personaje de supuesta existencia histórica, mientras que
Jesucristo es unión de las palabras “Jesús” y “Cristo”, de tal manera que
cuando decimos Jesucristo nos estamos refiriendo a Jesús como personaje de
carácter histórico, pero además, divino; como el mesías, hijo de dios, de la
tradición cristiana. Sin embargo, en esta serie de entradas hablaremos según
sea nuestra necesidad, de ambos, de Jesús de Nazaret (el mortal) y de
Jesucristo (el dios).
Empezamos, pues, con el primer punto. Hay personas que insisten en que
la biblia es suficiente para comprobar la existencia de Jesucristo. Sin embargo
para poder tener esa certeza es necesario saber que lo que dice la biblia es
cierta. Los cristianos dicen que la biblia es cierta porque es la palabra de
dios. Pero si les preguntas cómo saben que la biblia es la palabra de dios, lo
único que pueden decir es que porque la biblia lo dice.
Esquema básico de un argumento circular. |
Este tipo de razonamiento es en realidad una falacia, un razonamiento
falso, que no da una conclusión correcta, lógica. Este tipo de falacia se conoce como razonamiento circular. Por lo que este argumento para probar la
existencia de Jesucristo no tiene ninguna validez. Sin ocupar más nuestro
tiempo en el más usado de los argumentos a favor de la existencia de
Jesucristo, pero a la vez el más fácil de refutar, pasamos al segundo punto.
Algunos ven evidenciada la existencia de Jesucristo en lo que llaman
sus vestigios, tales como: la corona de espinas, trozos de la santa cruz, la
lanza de Cristo, las tablillas de plomo, los clavos de Cristo, el santo
sepulcro, el santo sudario de Oviedo, y el manto sagrado o sudario de
Turín… Pero todas y cada una de esas supuestas reliquias sagradas han sido
desestimadas y catalogadas como falsarias cuando se les ha sometido a estudios
(a través de pruebas como la datación de carbono 14, que explico en esta
entrada de aquí, y otros análisis).
Probablemente fueron hechas con propósitos de engaño “piadoso” y como
objetos de veneración. En su mayoría se remontan a apenas épocas medievales. De algunas, como la lanza
de Cristo por ejemplo, incluso hay hasta 4 supuestas lanzas que dicen cada una
ser la verdadera; además, hay regados trozos de la pretendida “santa cruz” que se
hallan por diversos lugares del mundo y ninguna coincide con otra; por otro
lado hay al menos 2 supuestos santos sepulcros; en cuanto a la más famosa y
controversial “huella” de Jesús, conocida como el manto de Turín, a pesar de
todos lo que lo han querido ofrecer como prueba, lo cierto es que también ha
sido desestimado por sus innegables
errores de elaboración que lo delatan como una completa falsificación
remontada a las épocas renacentistas.
Al parecer los cristianos con tal de comprobar u ofrecer supuestas
pruebas de la existencia de Cristo, se inventaron numerosas y hasta repetitivas
pruebas falsarias, con las cuales no tuvieron los cuidados necesarios y sus
descuidos, en algunos casos anacrónicos, fueron notables para ser
desacreditadas tiempo después.
No cabe duda de que los dos más citados argumentos a
favor de la existencia de Jesucristo, son débiles y fácilmente refutados, aun
con una investigación apresurada de unos cuantos clics.
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