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Por qué La apuesta de Pascal no es un buen argumento.


En Internet ha estado circulando mucho un vídeo que en YouTube tiene el título de Pastor dejó sin palabras a periodista o Miren el puñetazo que le dio este pastor a esta periodista o títulos similares donde inclusive algunos dicen que la periodista es atea. Les dejo aquí el enlace por si desean verlo, aunque no es necesario para entender lo que voy a decir al respecto.

La “periodista” le plantea al pastor el contexto en que un profesor le había dicho que hay personas que a pesar de la educación recibida siguen creyendo que la Tierra tiene 6 mil años y que ella se incluye dentro de esas personas. Por lo que podemos descartar, de entrada, que sea atea.

Luego sigue, la “periodista”, diciendo que en el hipotético caso de que ella fuese «una persona escéptica, hasta nihilista», que no quiere saber nada y que no se cree ningún argumento; cómo le presentaría a Jesús. Parece que interpretasen que nihilista es aquel que no cree en nada o que no quiere saber nada. Pero eso es interpretable, es posible que haya estado enumerando más de sus hipotéticos “defectos” y no describiendo lo que es un nihilista. Sin embargo, eso no tiene importancia. Así como tampoco tiene importancia que esté diciendo que no se cree ningún argumento y, sin embargo, esté solicitando uno. Lo que importa es el argumento que usa el pastor y que se conoce como la apuesta de Pascal.

La apuesta de Pascal es un argumento a favor de la existencia de Dios, propuesto por el matemático Blaise Pascal, basado en escoger al azar entre creer y no creer en Dios. Así, existen cuatro opciones posibles:

1.      Apostar por creer en Dios y que no exista.
2.      Apostar por creer en Dios y que sí exista.
3.      Apostar por no creer en Dios y que no exista.
4.      Apostar por no creer en Dios y que sí exista.

El argumento sigue, diciendo que si elegimos creer en Dios y resulta que no existe (1), cuando muramos, no pasará absolutamente nada; pero si resulta que existe (2) recibiremos un gran premio que sería ir al cielo. Por otro lado, si elegimos no creer y resulta que Dios no existe (3), tampoco pasará nada. Sin embargo, si elegimos no creer y resulta que Dios sí existe (4), nos vamos a perder de ir al cielo y terminemos pagando con un sufrimiento eterno en el infierno. Hay muchas objeciones para el argumento de la apuesta de Pascal. Voy a mencionar brevemente las más importantes:

a.  No se puede creer a voluntad. Si hablamos de apuestas, es fácil elegir un número o un color en los juegos de azar, pero no sucede lo mismo con las creencias de las personas. Una persona no decide si cree en algo o no, simplemente lo cree después de un proceso mental que está en función de la información que se maneja y la manera en que procesamos la información. Dicho proceso depende de qué tanto hayamos desarrollado nuestro escepticismo y nuestro pensamiento crítico, además de la forma en que evaluamos la evidencia. Para cerrar este punto, pregúntese si usted sería capaz de creer que el Sol es cuadrado o si la Tierra es plana.

b.  La apuesta de Pascal no ha considerado a las varias centenas de dioses en los que la humanidad ha creído a lo largo de su historia. Ante esta perspectiva, la probabilidad de apostar creer en el Dios correcto disminuye considerablemente. Algunos han dicho que si consideramos la existencia de los demás dioses, el ateísmo es el que tiene menos probabilidades de ser la opción correcta, pero esto es matemáticamente incorrecto. Para facilitar los cálculos mentales imagine que sólo han existido 99 dioses en toda la historia de la humanidad, incluyendo al buen Yahvé, y que el ateísmo es la opción 100. Excepto que decidamos elegir creer en más de un Dios, como astutamente hace Homero Simpson, la probabilidad de escoger la alternativa correcta es de 1%, ya sea que elijamos cualquiera de los dioses o ninguno.

c.   La apuesta de Pascal exige creer por conveniencia y no por convicción. Cuando a Bertrand Russell le preguntaron qué diría si muriera y se encontrara a sí mismo confrontado con Dios y éste le preguntara por qué no creía en Él. Russell contestó que le diría que «no tenía pruebas suficientes, Dios, no suficientes pruebas». Además de tocar el punto “a” de las objeciones, ¿la respuesta de Russell no podría inspirar en Dios un sentimiento de admiración y respeto frente a su valeroso escepticismo? ¿O acaso preferiría Dios la cobardía de cubrirse las espaldas “creyendo” en él sólo porque es lo conveniente?

d.  En el caso de un Dios omnisciente, estarías en problemas. ¿Qué tal si dices ante todo el mundo que crees en Dios, pero en realidad no crees, por los motivos del punto “a”? Resulta que si existe un Dios y que además es omnisciente, va a saber que en realidad no crees en él. De tal manera que además de incrédulo, serías un mentiroso y probablemente seas castigado por eso, disminuyendo nuevamente las posibilidades de salir airoso con la engañosa buena apuesta que estás haciendo.

e.    No se considera las pérdidas que se tiene en vida. El argumento dice que al morir no va a pasar nada, ¿pero mientras vives qué? Haya, o no, algo después de la muerte, de lo que sí estamos seguros es de lo que estamos ganando o perdiendo en vida. Habría que preguntarse si valen la pena todos esos domingos en misa, adorando, probablemente, al Dios equivocado (en cuyo caso estaríamos  molestándolo más todavía) o si sería mejor pasar ese tiempo paseando por el campo, leyendo un buen libro o “pecando” de las mejores maneras que te puedas imaginar.

Como ven, el vídeo ampliamente difundido en las redes, y el argumento de Pascal en sí mismo, no soporta un análisis medianamente detallado de las premisas en las que se basa.

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