«Es fácil entender que algunos de los físicos que se adentraron por primera vez en la realidad de las órbitas coplanarias y que no se cortan de los planetas creyeran distinguir en ellos la mano de un Creador. Estos físicos no podían concebir una hipótesis distinta que explicara una precisión y un orden tan magníficos.
Carl Edward Sagan 1934 ─ 1996 |
Pero según la ciencia moderna, no hay aquí indicios de una dirección divina, o al menos no hay nada que esté más allá de la física y la química. Por el contrario, vemos pruebas de la existencia de una época de violencia despiadada y continua, cuando se destruyeron muchísimos más mundos de los que se conservaron.
Hoy en día comprendemos en parte que la exquisita precisión que exhibe ahora el Sistema Solar fue extraída del desorden de una nube interestelar en evolución por la acción de leyes de la Naturaleza que podemos comprender: movimiento, gravitación, dinámica de fluidos y química, y física. La acción continuada de un proceso selectivo estúpido puede convertir el caos en orden», escribió Carl Sagan.
Newton, por ejemplo, que no sólo entendía, sino que descubrió la manera y los mecanismos gracias a los cuales los planetas se ubican casi en el mismo plano, siguiendo trayectorias elípticas y que además escapan de colisionar entre ellos, creía en Dios. Supongo que es aceptable que ante la ausencia de las demás leyes de la naturaleza de las que hoy disponemos de la física y de la química, y bajo la falta de evidencia a la que hace referencia Sagan, es entendible que Newton, considerado por muchos como el hombre más inteligente de la historia (recordemos que también desarrollo el cálculo diferencial e integral), creyera en Dios. Así como también es entendible que perdiera su tiempo en la alquimia.
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